J.R. Albaine Pons y Domingo Carrasco
En “The Chronicle Of
Higher Education”, del 2 de junio de 2014, aparece un trabajo de Tom
Bartlett que inicia de la manera siguiente: “En 2009, el misterio de décadas de
antigüedad de ‘Albertico’ fue finalmente resuelto. ¿O acaso lo fue?, La
búsqueda del Niño Perdido de la Psicología.” Se refiere al experimento que
supuestamente realizara John B. Watson en un hospital de la Universidad Johns
Hopkins en Estados Unidos de Norteamérica y que lanzó el conductismo como la psicología
de los Estados Unidos.
El “experimento” que Watson realizó con el bebé, quien es
conocido en la literatura científica como Albertico (Little Albert), para
probar que la fobia era adquirida mediante un condicionamiento clásico, fue
mandado a filmar por Watson. En el film se puede ver cómo se le presentan a
Albertico presuntos estímulos amenazantes, como son, un trozo de periódico
ardiendo, luego un mono controlado por Watson mediante una correa atada a un
collar. Inmediatamente continua frente al niño el desfile de lo que decimos son
supuestos “estímulos amenazantes,” como un perro, una rata, y hasta un conejo.
¿Por qué filmar el experimento? ¿Qué fin propagandístico
tenía el experimento? O peor aún, ¿sabía Watson cuál iba a ser el resultado de
esta experiencia? estas sospechas son adelantadas por propio Bartlett. Este
dice que estas palabras aparecen en la pantalla: “El miedo a un animal puede
ser experimentalmente establecido mediante la estimulación del bebé con un
sonido fuerte justo en el momento en que el animal le es presentado”. Da la
impresión, por estas palabras, que el experimento fue filmado cuando se
ejecutaba, y que, los experimentadores, suponían lo que iba a suceder, que no
era otra cosa que lo que tenían tramado:
un show, un espectáculo, un fraude, de lo que luego resultaría ser la piedra
fundacional del conductismo norteamericano.
La primera escena del desfile de los supuestos estímulos
amenazantes no impresionó a Albertico. Todos eran estímulos “neutros”, que es el
término con el que se designan en la jerga conductista a aquellos estímulos que
no están asociados a las conductas que ellos anteceden. Entonces sucede la
magia. Watson golpea con un martillo una barra de hierro y Albertico dizque se
sobresalta, decimos dizque porque no se ve en el video, lo cual resultaría
natural en caso de que realmente sucediera, y Pavlov ya había descrito el
“reflejo de sobresalto”, conocido en España como “reflejo del moro”.
Supuestamente esta experiencia se repitió varias veces, como dicen los textos,
no sabemos cómo él sabía que tenía que repetirla varias veces, si hoy en día
conocemos que cuando se trata de una experiencia negativa, como son las
dolorosas o más bien traumáticas, basta una sola experiencia para que genere Trastorno de Estrés Post
Traumático, como en los casos, por ejemplo, de una violación sexual, un
accidente de tránsito aparatoso, un acto terrorista o ser testigo presencial de
un asesinato macabro. En el caso de las experiencias de condicionamiento
realizadas por el propio Iván Pavlov, para activar la salivación ante el sonido
de un zumbador, sonido este que no produce dolor, se necesitan muchísimos
ensayos para lograr el condicionamiento.
No entendemos cómo una cosa que le ha costado tanto tiempo
conocer a los psicólogos evolucionistas Watson ya la “sabía” casi un siglo
antes.
Según lo que cuenta Bartlett, Watson uso a dos niños. Si,
fueron dos niños diferentes. Un niño con trastornos del desarrollo y otro niño
aparentemente sano. En el video (Ver
video https://www.youtube.com/watch?v=IteGZg2fWuY ) se ve que estos estímulos neutros son presentados al
niño de manera brusca, tanto así que asustaría, o mejor dicho, molestaría, no a
un niño, a cualquiera. A pesar de todo, el bebé, de forma serena mira cada
estímulo que le presentan con escaso interés: no hay lágrimas, ni berrinches.
En cierto momento Rosalie, su ayudante, sujeta a este bebe por la espalda como
para que no se cayera.
En la siguiente escena, cuenta Bartlett, lo que se puede ver
en el video, que luego de la supuesta ocurrencia del ruido en presencia de la
rata, el bebé, no el primero, sino otro, llora e intenta alejarse a rastras. El
conejo y el mono también vuelven, junto con un perro diferente. El bebé llora
cada vez que aparecen estos estímulos. Lo que sucedió, según se relata en
numerosos artículos y libros, es que, por la asociación creada entre el ruido y
esos animales peludos, el bebé se había condicionado a tenerle miedo a estos
estímulos: al bebe se le había inculcado una fobia.
Bartlett se pregunta dramáticamente si Watson no habría
generado en Albertico un terror a esos animales para toda la vida.
Un detalle sospechoso señalado por Bartlett: Watson habría
proporcionado detalles biográficos relativamente escasos en las notas del
experimento, y, se sabe, que había quemado sus papeles antes de su muerte. Esto
dificultó durante mucho tiempo el esclarecimiento de la verdad que hoy
empezamos a conocer.
Bartlett nos indica que “La verdadera identidad de ese bebé
ha intrigado siempre a los estudiantes de psicología. ¿Quién era él? ¿Qué le
pasó?” le preguntaban al propio Watson, quien respondía diciendo que nunca más
supo de él, ni de su madre.
Ahora podemos ver alguna luz, gracias a Hall Beck, profesor
de psicología en la Appalachian State
University, de Carolina del Norte, quien publicó un artículo en el 2009 que
arroja nuevas luces sobre el caso, aunque fue muy discutido. Beck y sus colegas
investigadores habían rastreado muchas pistas sospechosas durante una década
antes de llegar finalmente a una conclusión. Conclusión esta que ha cambiado la
visión original de la “historia” de Albertico, según los libros de texto, que
tantas veces repetimos e hicimos aprender a nuestros estudiantes de psicología.
Lo que encontraron echó una sombra aún más oscura sobre el
éticamente dudoso experimento de Watson. Nadie sería capaz de mirar la
película, o pensar sobre Little Albert, de la misma manera como la relatan los
libros. (Aunque no hoy en día en Wikipedia).
Seamos directos, para no alargar la historia, y resumamos lo
que nos dice Bartlett. Watson uso dos niños. Si, eran dos Albertico, y en el
video de YouTube se ve claro: dos niños muy diferentes. Uno que pudiéramos
decir, era de apariencia normal y, el otro, que era hidrocefálico y que
padecía, además, de retardo mental. A este último es a quien primeramente
presentan los estímulos en el experimento. Watson supuestamente golpea un tubo
con un martillo que produciría, porque no se ve en el video, un ruido
escandaloso que disparará el ya referido reflejo de sobresalto. Esto
supuestamente hace que él bebe asocie la presencia de los estímulos inofensivos
al susto que supuestamente ha sufrido, lo que le generaría como consecuencia una
fobia, con lo cual quedaría completado el condicionamiento a la fobia en
Albertico.
Entonces aparece en el video un Albertico (un niño diferente
al primero) asustado, temeroso, que trata de escapar a los estímulos ya antes
presentados y a los cuales él (el primer
niño) no temía.
Cuenta la Historia de la Psicología como creado el terror,
Watson aplica, podemos decir, mágicamente, el remedio por primera vez de lo que
se conoce como contra condicionamiento, técnica desarrollada años después del
experimento, aunque ya conocida de Pavlov y base del fenómeno de la extinción
en sus estudios. En casos de temores del tipo que acabamos de mencionar, al
niño se le abraza y acaricia mientras es alimentado en presencia de los
estímulos que disparan las reacciones de miedo (esta parte no aparece en el
video, ¿si no se filmó, sucedió?), con lo cual las reacciones negativas irían
desapareciendo paulatinamente, luego de lo cual Albertico volvería a reaccionar
ante dichos estímulos como lo hiciera la primera vez, sin mostrar ningún temor.
Las investigaciones citadas por Bartlett dan cuenta de que
aparecieron los dos Albertico. Si, dos, pero ya muertos. Uno fue Douglas Merritte, el que padecía
retardo mental e hidrocefalia, quien muriera a los seis años de edad. Bartlett
muestra la foto de la tumba del niño, localizada por Beck y Fridlund, hallazgo
reportado en 2012 como parte de su investigación sobre el caso de Albertico. El
propio Beck nos dice que su investigación le tomo más años de los que el niño
vivió, quien muriera en 1925. El otro fue William Albert B., de quien Bartlett
muestra una fotografía aportada por una sobrina residente en Canadá, ya un
señor adulto mayor, antes de fallecer a los ochenta y siete años de edad. De
este último la sobrina cuenta que cuando él la visitaba, lo que hacía con
cierta frecuencia, antes de entrar a la casa, ella debía encerrar en una
habitación a unos perritos chihuahua que tenía, debido a que el tío Albert
temía a los perros sin importar su tamaño.
Entonces, ¿Cuál fue la fobia que Watson eliminó a Albertico mediante el “contra
condicionamiento”?.
De las investigaciones que se han hecho “en busca del niño
perdido de la psicología” se sabe que, la madre de Albertico, horrorizada por
las torturas a las que Watson habría sometido al niño, abandonó su empleo en el
hospital donde éste hacia sus pruebas con los dos niños, sin que jamás se
supiera de ella y de su Albertico.
Recordemos que Watson se vio envuelto en un escándalo
mayúsculo al divorciarse de su esposa en esos momentos y casarse con Rosalie
Rayner, la estudiante graduada que le asistió en el experimento, algo
considerado muy reprochable para la época. A consecuencia del escándalo fue
expulsado de John Hopkins University y
de todo lo que tuviese que ver con la Psicología. Además le fueron retirados
todos los títulos y honores recibidos. Sus hijos fueron criados en las
estrictas medidas por él defendidas y resulto que todos intentaron suicidarse
cuando adultos y uno lo logró. Curiosamente en los años 50s, todas las
sanciones impuestas a Watson a raíz de dicho escándalo le fueron retiradas, y
le restablecieron sus puestos, membresías y honores perdidos, según señala
Bartlett; aunque ya el propio Watson no estaba interesado en la academia.
A nosotros no nos queda otra cosa que preguntarnos
¿Qué razón tan poderosa tuvieron en Estados Unidos de Norte América para
perdonarle a Watson sus “ofensas” a la moral victoriana y premiarlo con su
rehabilitación? Parece que al fin y al cabo lo que Watson hizo produjo algún
beneficio: darle visos de legitimidad al conductismo operante que ya a mitad de
los años 50s era seriamente cuestionado y, nos parece a nosotros, se necesitaba
como contraparte de los descubrimientos de Pavlov en el ámbito de la Guerra
Fría de la época. Independientemente de que eso fuera así, J.B. Watson fue una
de las personalidades mas controversiales de la psicología estadounidense delEl experimento de J.B. Watson con Albertico: ¿Un fraude
científico en la Psicología?
J.R. Albaine Pons y Domingo Carrasco
En “The Chronicle Of
Higher Education”, del 2 de junio de 2014, aparece un trabajo de Tom
Bartlett que inicia de la manera siguiente: “En 2009, el misterio de décadas de
antigüedad de ‘Albertico’ fue finalmente resuelto. ¿O acaso lo fue?, La
búsqueda del Niño Perdido de la Psicología.” Se refiere al experimento que
supuestamente realizara John B. Watson en un hospital de la Universidad Johns
Hopkins en Estados Unidos de Norteamérica y que lanzó el conductismo como la psicología
de los Estados Unidos.
El “experimento” que Watson realizó con el bebé, quien es
conocido en la literatura científica como Albertico (Little Albert), para
probar que la fobia era adquirida mediante un condicionamiento clásico, fue
mandado a filmar por Watson. En el film se puede ver cómo se le presentan a
Albertico presuntos estímulos amenazantes, como son, un trozo de periódico
ardiendo, luego un mono controlado por Watson mediante una correa atada a un
collar. Inmediatamente continua frente al niño el desfile de lo que decimos son
supuestos “estímulos amenazantes,” como un perro, una rata, y hasta un conejo.
¿Por qué filmar el experimento? ¿Qué fin propagandístico
tenía el experimento? O peor aún, ¿sabía Watson cuál iba a ser el resultado de
esta experiencia? estas sospechas son adelantadas por propio Bartlett. Este
dice que estas palabras aparecen en la pantalla: “El miedo a un animal puede
ser experimentalmente establecido mediante la estimulación del bebé con un
sonido fuerte justo en el momento en que el animal le es presentado”. Da la
impresión, por estas palabras, que el experimento fue filmado cuando se
ejecutaba, y que, los experimentadores, suponían lo que iba a suceder, que no
era otra cosa que lo que tenían tramado:
un show, un espectáculo, un fraude, de lo que luego resultaría ser la piedra
fundacional del conductismo norteamericano.
La primera escena del desfile de los supuestos estímulos
amenazantes no impresionó a Albertico. Todos eran estímulos “neutros”, que es el
término con el que se designan en la jerga conductista a aquellos estímulos que
no están asociados a las conductas que ellos anteceden. Entonces sucede la
magia. Watson golpea con un martillo una barra de hierro y Albertico dizque se
sobresalta, decimos dizque porque no se ve en el video, lo cual resultaría
natural en caso de que realmente sucediera, y Pavlov ya había descrito el
“reflejo de sobresalto”, conocido en España como “reflejo del moro”.
Supuestamente esta experiencia se repitió varias veces, como dicen los textos,
no sabemos cómo él sabía que tenía que repetirla varias veces, si hoy en día
conocemos que cuando se trata de una experiencia negativa, como son las
dolorosas o más bien traumáticas, basta una sola experiencia para que genere Trastorno de Estrés Post
Traumático, como en los casos, por ejemplo, de una violación sexual, un
accidente de tránsito aparatoso, un acto terrorista o ser testigo presencial de
un asesinato macabro. En el caso de las experiencias de condicionamiento
realizadas por el propio Iván Pavlov, para activar la salivación ante el sonido
de un zumbador, sonido este que no produce dolor, se necesitan muchísimos
ensayos para lograr el condicionamiento.
No entendemos cómo una cosa que le ha costado tanto tiempo
conocer a los psicólogos evolucionistas Watson ya la “sabía” casi un siglo
antes.
Según lo que cuenta Bartlett, Watson uso a dos niños. Si,
fueron dos niños diferentes. Un niño con trastornos del desarrollo y otro niño
aparentemente sano. En el video (Ver
video https://www.youtube.com/watch?v=IteGZg2fWuY ) se ve que estos estímulos neutros son presentados al
niño de manera brusca, tanto así que asustaría, o mejor dicho, molestaría, no a
un niño, a cualquiera. A pesar de todo, el bebé, de forma serena mira cada
estímulo que le presentan con escaso interés: no hay lágrimas, ni berrinches.
En cierto momento Rosalie, su ayudante, sujeta a este bebe por la espalda como
para que no se cayera.
En la siguiente escena, cuenta Bartlett, lo que se puede ver
en el video, que luego de la supuesta ocurrencia del ruido en presencia de la
rata, el bebé, no el primero, sino otro, llora e intenta alejarse a rastras. El
conejo y el mono también vuelven, junto con un perro diferente. El bebé llora
cada vez que aparecen estos estímulos. Lo que sucedió, según se relata en
numerosos artículos y libros, es que, por la asociación creada entre el ruido y
esos animales peludos, el bebé se había condicionado a tenerle miedo a estos
estímulos: al bebe se le había inculcado una fobia.
Bartlett se pregunta dramáticamente si Watson no habría
generado en Albertico un terror a esos animales para toda la vida.
Un detalle sospechoso señalado por Bartlett: Watson habría
proporcionado detalles biográficos relativamente escasos en las notas del
experimento, y, se sabe, que había quemado sus papeles antes de su muerte. Esto
dificultó durante mucho tiempo el esclarecimiento de la verdad que hoy
empezamos a conocer.
Bartlett nos indica que “La verdadera identidad de ese bebé
ha intrigado siempre a los estudiantes de psicología. ¿Quién era él? ¿Qué le
pasó?” le preguntaban al propio Watson, quien respondía diciendo que nunca más
supo de él, ni de su madre.
Ahora podemos ver alguna luz, gracias a Hall Beck, profesor
de psicología en la Appalachian State
University, de Carolina del Norte, quien publicó un artículo en el 2009 que
arroja nuevas luces sobre el caso, aunque fue muy discutido. Beck y sus colegas
investigadores habían rastreado muchas pistas sospechosas durante una década
antes de llegar finalmente a una conclusión. Conclusión esta que ha cambiado la
visión original de la “historia” de Albertico, según los libros de texto, que
tantas veces repetimos e hicimos aprender a nuestros estudiantes de psicología.
Lo que encontraron echó una sombra aún más oscura sobre el
éticamente dudoso experimento de Watson. Nadie sería capaz de mirar la
película, o pensar sobre Little Albert, de la misma manera como la relatan los
libros. (Aunque no hoy en día en Wikipedia).
Seamos directos, para no alargar la historia, y resumamos lo
que nos dice Bartlett. Watson uso dos niños. Si, eran dos Albertico, y en el
video de YouTube se ve claro: dos niños muy diferentes. Uno que pudiéramos
decir, era de apariencia normal y, el otro, que era hidrocefálico y que
padecía, además, de retardo mental. A este último es a quien primeramente
presentan los estímulos en el experimento. Watson supuestamente golpea un tubo
con un martillo que produciría, porque no se ve en el video, un ruido
escandaloso que disparará el ya referido reflejo de sobresalto. Esto
supuestamente hace que él bebe asocie la presencia de los estímulos inofensivos
al susto que supuestamente ha sufrido, lo que le generaría como consecuencia una
fobia, con lo cual quedaría completado el condicionamiento a la fobia en
Albertico.
Entonces aparece en el video un Albertico (un niño diferente
al primero) asustado, temeroso, que trata de escapar a los estímulos ya antes
presentados y a los cuales él (el primer
niño) no temía.
Cuenta la Historia de la Psicología como creado el terror,
Watson aplica, podemos decir, mágicamente, el remedio por primera vez de lo que
se conoce como contra condicionamiento, técnica desarrollada años después del
experimento, aunque ya conocida de Pavlov y base del fenómeno de la extinción
en sus estudios. En casos de temores del tipo que acabamos de mencionar, al
niño se le abraza y acaricia mientras es alimentado en presencia de los
estímulos que disparan las reacciones de miedo (esta parte no aparece en el
video, ¿si no se filmó, sucedió?), con lo cual las reacciones negativas irían
desapareciendo paulatinamente, luego de lo cual Albertico volvería a reaccionar
ante dichos estímulos como lo hiciera la primera vez, sin mostrar ningún temor.
Las investigaciones citadas por Bartlett dan cuenta de que
aparecieron los dos Albertico. Si, dos, pero ya muertos. Uno fue Douglas Merritte, el que padecía
retardo mental e hidrocefalia, quien muriera a los seis años de edad. Bartlett
muestra la foto de la tumba del niño, localizada por Beck y Fridlund, hallazgo
reportado en 2012 como parte de su investigación sobre el caso de Albertico. El
propio Beck nos dice que su investigación le tomo más años de los que el niño
vivió, quien muriera en 1925. El otro fue William Albert B., de quien Bartlett
muestra una fotografía aportada por una sobrina residente en Canadá, ya un
señor adulto mayor, antes de fallecer a los ochenta y siete años de edad. De
este último la sobrina cuenta que cuando él la visitaba, lo que hacía con
cierta frecuencia, antes de entrar a la casa, ella debía encerrar en una
habitación a unos perritos chihuahua que tenía, debido a que el tío Albert
temía a los perros sin importar su tamaño.
Entonces, ¿Cuál fue la fobia que Watson eliminó a Albertico mediante el “contra
condicionamiento”?.
De las investigaciones que se han hecho “en busca del niño
perdido de la psicología” se sabe que, la madre de Albertico, horrorizada por
las torturas a las que Watson habría sometido al niño, abandonó su empleo en el
hospital donde éste hacia sus pruebas con los dos niños, sin que jamás se
supiera de ella y de su Albertico.
Recordemos que Watson se vio envuelto en un escándalo
mayúsculo al divorciarse de su esposa en esos momentos y casarse con Rosalie
Rayner, la estudiante graduada que le asistió en el experimento, algo
considerado muy reprochable para la época. A consecuencia del escándalo fue
expulsado de John Hopkins University y
de todo lo que tuviese que ver con la Psicología. Además le fueron retirados
todos los títulos y honores recibidos. Sus hijos fueron criados en las
estrictas medidas por él defendidas y resulto que todos intentaron suicidarse
cuando adultos y uno lo logró. Curiosamente en los años 50s, todas las
sanciones impuestas a Watson a raíz de dicho escándalo le fueron retiradas, y
le restablecieron sus puestos, membresías y honores perdidos, según señala
Bartlett; aunque ya el propio Watson no estaba interesado en la academia.
A nosotros no nos queda otra cosa que preguntarnos
¿Qué razón tan poderosa tuvieron en Estados Unidos de Norte América para
perdonarle a Watson sus “ofensas” a la moral victoriana y premiarlo con su
rehabilitación? Parece que al fin y al cabo lo que Watson hizo produjo algún
beneficio: darle visos de legitimidad al conductismo operante que ya a mitad de
los años 50s era seriamente cuestionado y, nos parece a nosotros, se necesitaba
como contraparte de los descubrimientos de Pavlov en el ámbito de la Guerra
Fría de la época. Independientemente de que eso fuera así, J.B. Watson fue una
de las personalidades mas controversiales de la psicología estadounidense del