lunes, 3 de noviembre de 2008

El mono doméstico

Por J.R. Albaine Pons


¿Somos los seres humanos monos domésticos?

Las características de un animal doméstico son, que es manso y se reproduce en cautiverio adaptándose a un ambiente nuevo y si se quiere artificial. Es además alimentado, no tiene que salir a buscar comida.

Y los animales domésticos, las especies domésticas, son pocas. También son pocas las plantas domesticadas.

Ya en su libro clásico para explicar en parte la evolución humana, Germs, Steel and Guns, el fisiólogo y antropólogo norteamericano Jared Diamond nos recuerda que el Africa Subsahariana no pudo desarrollar grandes civilizaciones por no presentar animales domésticos. La gran fauna que tanto admiramos de Africa es salvaje, imposible de domesticar, por su propia biología.

No fue casual que Darwin dedicase tanto espacio a las palomas y los perros en su Origen de las Especies, para explicar su alta variabilidad y una evolución por selección, en este caso humana.

Otra característica de los animales domésticos es que son muy variables en su forma, en su fenotipo, constituyen así muchas razas. Son también muy prolíficos. La historia de Darwin, en su libro El Viaje del Beagle, de los miles y miles de caballos en la pampa argentina, descendientes de unos pocos caballos dejados sueltos por los españoles es clásica. Pero hay que notar que aparentemente esto no influyó en un gran aumento de los pumas, el depredador naturalde esta zona. La clásica relación poblacional presa-depredador, que por ejemplo se ha demostrado con zorros y lobos y conejos en América del Norte, no parece tan clara cuando uno de los dos es un animal doméstico.

Con los perros la variabilidad es máxima. Ninguna otra especie presenta tal rango en tamaño y tal variabilidad en formas y hoy día, gracias a investigaciones recientes, se ha identificado el grupo de genes responsable. Lo que no sabemos, todavía, es cuales son los genes distintos en los lobos y los perros. Desde 1993 el perro se conoce científicamente como Canis lupus familiaris, o sea una variedad o raza de los lobos, ya que los individuos de cruces de perros y lobos son fértiles; pero algunos genetistas no parecen estar de acuerdo y lo tratan como especie aparte. Hoy se conoce el genoma del poodle y del bóxer y aunque hay unas 155 razas de perros reconocidas, la mayoría sólo tienen entre 200 a 300 años de formadas. Se calcula que el perro es un animal de 40,000 años de antigüedad.

Algo parecido se investiga en los cerdos y jabalíes, y los cerdos son también muy variables. Los de Europa forman un grupo genético reconocible, pero los de Irak y Turquía son distintos.

Recuerdo haber leído que los zorros plateados, criados en cautiverio experimentalmente, para más fácil aprovechar su valiosa piel y no tener que cazarlos, con las sucesivas generaciones perdían su ferocidad, la cola y las orejas estaban siempre caídas y eventualmente disminuyó la calidad de su pelaje, lo que mostró el fracaso del experimento.

¿Qué genes o qué grupo de genes es el que permite que un animal, o una planta, sea domesticada? Entre los cereales, por ejemplo, un gen recesivo anula la capacidad de la simientede caer al suelo desde que está madura. Si las semillas cayeran al suelo por sí mismas, esto hubiese imposibilitado su cosecha y de esta característica haber estado definida por varios genes, la domesticación de los cereales hubiese sido muy difícil o imposible.

Debe de ser un pool de genes muy especial, que permita que actúe sobre la especie la selección impuesta por los humanos y que a su vez produzca tan alta variabilidad y elevada tasa reproductiva, pues hay más caballos en el mundo que cebras o los caballos originales, más perros que lobos, más vacas que bisontes o Uros; más individuos domésticos que de aquellos de donde surgieron. Aunque la protección recibida por los humanos sea un factor, su capacidad biológica reproductiva es fundamental. Sólo recordemos que el orangután se reproduce una vez cada ocho años.

Y viven hoy más humanos que todos los demás primates juntos (aún previo a la drástica disminución actual de poblaciones salvajes por los cambios ambientales antropogénicos) y con una alta variabilidad también: en tamaño- desde los pigmeos del Congo hasta los indios gigantes de la Patagonia, los altos nórdicos y los bajos sur-asiáticos y en las razas- distintas estructuras óseas, pelo, color y hasta enzimas, como la lactasa.

¿Y entonces, seríamos los humanos los primates domésticos? Un primate que perdiendo el pelo, amansándose y por ende más sociales ( como los otros domésticos) fue naturalmente seleccionado por los procesos adaptativos de su evolución para obtener como resultado inesperado sociedades complejas y con capacidad de variar su propio ambiente?

La propuesta reciente de grandes ríos subsaharianos que atravesaban el Sahara y llegaban al mar Mediterráneo nos presenta otras vías, además del delta del Nilo, como salida de Africa y de encuentro con un ambiente nuevo, distinto de la sabana, que nos pudo acelerar la domesticidad; al permitir desarrollarla en otras especies y aparecer así la llamada Revolución Paleolítica. De repente teníamos comida en la agricultura y ganadería incipientes. Dejamos de ser buscadores continuos de alimento, repartido al azar en el ambiente.

¿Están los genes de la domesticidad humana de alguna manera cercanos al pool genético que nos da el lenguaje y los cambios en la laringe para articular sonidos? Ya Darwin notaba que los perros tienen más sonidos de comunicación entre ellos que los lobos de donde provienen.

Es todo una interesante conjetura. Sólo que hoy día puede ser una hipótesis científica. Esperemosque se produzcan los conocimientos, hoy posibles, de las diferencias genéticas entre lobos y perros, gatos y felinos, patos salvajes y domésticos y cerdos, llamas, pollos y vacunos y caprinosy su estirpe original. ¿Será el mismo pool de genes?; ¿habrá significativamente un parecido cambio genético entre los distintos animales domésticos y sus originales?

Podríamos entonces comparar el moderno Homo sapiens con las otras aproximadas veinte especies de Homo, hoy fósiles. No nos parece que somos simplemente un “tercer chimpancé” como algunos han escrito. Somos más bien un Homo, distinto del chimpancé, y además doméstico. ¿Pudo ser que la desaparición del Homo neanderthalis ocurriera por ser salvaje y no doméstico? ¿Qué por no ser doméstico sólo pudiera existir en grupos pequeños y fue así eliminado de competencia por el cada vez más doméstico, más sociable y más abundante, Homo sapiens?

Quizás el futuro nos diga que nuestro nombre debería ser Homo domesticus, (después de todo…no somos tan pensadores) aunque hoy este nombre sea ya muy usado: desde el exitoso best-seller del 2007 de David Valdez Greenwood, que relata los avatares de una pareja homosexual que decide vivir en matrimonio, un reciente documento de la Comunidad Económica Europea que estudia el uso de electrodomésticos en la actualidad o la calificación de Borges de Homo domesticus para comentar a Kafka.

La domesticidad de Homo sapiens nos puede decir mucho sobre nuestra elevada variabilidad dentro de la norma, sobre las razas, la violencia de algunos individuos ( un millón de presos en los Estados Unidos), nuestra conducta toda, nuestras creencias y más importante aún, nuestra potencialidad biológica particular. Esperemos pues, estos datos están al llegar.

Quizás resulte, después de todo, que el popular decir que todo perro se parece a su dueño, sea más que simple picardía popular.